Calle Asomada 61,
02210 Alcalá del Júcar
Tel.: (+34)678 255743
info@casarurallabodeguilla.com
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El castillo de Alcalá del Júcar y su Historia.
En nuestra provincia, encrucijada de caminos, no podían faltar los castillos.
Constituían un alto para los invasores que buscaban dominar tierras en el centró Corona de Aragón o en Al-Andalus. Pese a ello, y aunque no faltan castillos robustos en numerosas poblaciones, el estado de gran número de ellos es lastimoso. Como bien recoge Merino: “Con la paz, con la artillería y con el cambio de las costumbres, dejó de oírse el estrépito de las lanzas. Las antes atendidas fortalezas quedaron encomendadas a un solo alcaide, y aún este se retiró a poblado, … Luego vino el abandono absoluto, y con él las tareas de destrucción y la ruina, ya sin reparaciones posibles’.
Y si la provincia cuenta con numerosos castillos, Alcalá del Júcar no iba a ser menos. Según las crónicas, nuestro castillo es de origen árabe y, al igual que el de Jorquera, posiblemente almohade.
La extensión del recinto ronda los 4.000 metros cuadrados y, pese a lo vistoso de su emplazamiento, su ocupación debió depender del destino de los castillos de Jorquera y Ves, ya que al estar rodeado de cimas más altas (Las Eras y Las Casas del Cerro), lo hacían relativamente débil, máxime si tenemos en cuenta que la actual tone del homenaje no existía aún en esa época y que la original, la que había entonces, era mucho más baja. Quizás sea Roa y Erostarbe, según nuestra opinión, quien mejor haya definido la apariencia del castillo alcalaeño, al decir que sobre la peña se destacaba “...cual petrificada osamenta de colosal gigante, las ruinas árabes de su castillo, en tiempos inexpugnable”.
Esta fortaleza se sitúa en lo alto de un peñón, y allí se encuentran las ruinas de las murallas y un importante albacar separado del resto del espolón por un foso artificial excavado en la piedra, el cual debería ser cruzado mediante una pasarela, ya que los puentes levadizos no se conocían en aquella época. Como se dice en viejas crónicas, Alcalá del Júcar “...tiene un castillo irruido en un espolon que vaja desde donde dicen El Cerro de la Orea, y como en la metad del declive que este tiene hasta el Rio se alia situado dicho Castillo, el que oy mantiene parte de sus murallas, por la parte del Norte, aunque por las demas partes no la necesita por circunbalarlo un cinto de piedra elevadisimo, y sin adbitrio para poderlo escalar…”
Separada del peñón por un precipicio, hay una pequeña muela llamada el Bolinche Manazas. La tradición oral alcalaeña dice esta se encuentra hueca y que antiguamente la usaban los que habitaban el castillo para subir agua del río. Esto ya era recogido por Tomás López en el siglo XVIII, al decir que en esta peña se encuentra “…una mina que en su construcción primitiva no deja ya señales que fue echa artificialmente por la deboracion que en ella a hecho el salitre de que abunda todo este pais, pero se viene en conocimiento de su tendencia y positura que esta sirvió en su primitivo ser de conducto seguro para subir las aguas del Jucar y otros emolumentos que necesitasen los que ocupavan y guarnecían dicho Castillo….”. No obstante, en el Bolinche, actualmente solo se pueden apreciar cuevas artificiales que fueron dedicadas, hasta no hace muchas décadas, a palomares!
En realidad, quedan escasos restos del castillo islámico, reduciéndose éstos a las cortinas que bordean la plataforma, pues lo que conservamos pertenece alas reformas hechas por los cristianos. Encima de la fragua, también pueden verse los restos de la muralla antigua.
El castillo fue tomado definitivamente por Alfonso VII en 1211, “…e luego que tomó aquellos castillos, fortaleciólos e fízalos adobar e reparar muy bien”, añadiéndosele años después la torre del homenaje. Esta torre tuyo su propio recinto de cortinas, que se mantiene en parte, entrándose a la torre desde el camino de ronda, por una puerta que se conserva a cierta altura.
En la descripción que en 1579 hizo el gobernador y justicia mayor del Marquesado de Villena, don Diego Velázquez, por encargo de su señor el rey don Felipe, consta que “…esta Villa tien un castillo grande él qual esta fundado sobre una peña muy alta tajada a la rredonda de su natural demas de setenta estados de alta la dicha peña y junto al dicho castillo en la dicha peña ay un espacio de tierra como una plaza grande donde antiguamente bibia el dicho pueblo e agora no ay mas de los gimientos e la yglesia porque por la estrecura y con tienpos de paz se salieron a bibir a donde esta fundada la dicha Villa el qual edifigio de la fortalesa es de cal y canto muy hermosa e tiene dentro una gistema para el agua del gielo y dos mazmoras e dos molinos de manos y una puente lebadizay el trio de Xucar casi gercala dicha fortaleza e peña y desde el dicho castillo pueden baxar a el trio por agua por una mina que ay fecha en la dicha peña”. Casi nada sobrevive. Ni que decir tiene que todo esto se refiere a tiempos en que ésta ladera, casi vertical, era un peñascal solo practicable por sendas que los del castillo trillaban para subir agua del río.
En 1803 se derrumbó parte del peñón que hay bajo el castillo; como dicen las crónicas la ruina fue de un pedazo de pared con almenas y su Cubo que existían sobre un peñasco, que arruinándose éste se llevó consigo lo antecedente y de las Casas que se arruinaron fueron como unas treinta”. Como veremos en otro apartado, murieron 26 personas aquella noche, además de otros destrozos como un molino, el aterramiento de la acequia, la inutilización del puente, etc.
Con la llamada Guerra Carlista “…el anterior castfillo de moros fue reparado en la última guerra civil, añadiéndole un fuerte muro y otras obras para defensa dé la villa”. De hecho, en esta fortaleza tenía su base el denominado “Regimiento del 5o Ligero”. Todavía se pueden ver las «clásicas aspilleras de aquella época, de la cual datan también los cañones que hasta hace unas décadas podían verse semienterrados entre las ruinas del castillo.