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Encierros en Alcalá del Júcar

Historia de los encierros en Alcalá del Júcar.
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Vaquillas: ésta es una tradición que, pese a interrumpirse en el pueblo, las aldeas han sabido mantenerla con el mismo auge y fulgor que antaño. Como hemos dicho en otro apartado, el día 8 de Agosto se desencajonan en la Cañada de Dominguillo los novillos que serán lidiados dos días después subiendo sueltos los toros y cabestros hasta la plaza de toros. Estos novillos serán lidia­dos el día 10 de Agosto, pero para el regocijo de los jóvenes y gente en general, hasta hace algu­nos años, se solía traer una vaquilla que, soltada en la plaza, podía ser toreada por todos aquellos arrojados espectadores que se atrevían a pisar el redondel. Aunque por lo general la gente se li­mitaba a driblar al toro, de vez en cuando, algún maletilla desplegaba un trapo descolorido y re­mendado e intentaba lancear a la res, casi siempre con resultado infructuoso…o aciago, porque a una vaquilla toreada no se le puede lidiar muy fácilmente y las que se solían traer a nuestro pue­blo, ya erán veteranas en estas lides, pues una vaquilla brava (sin torear) es casi imposible de traer debido a su precio prohibitivo, motivo por el cual apenas si pueden costearlo las comisiones de fiestas.
toros en Alcalá del Júcar
Antiguamente, los toros eran traídos a pie por el camino de Villavaliente, pasando por el Pocico, hasta llegar al paraje conocido como Las Carrascas ya en la aldea de las Casas del Cerro; como los toros tenían que llegar a la plaza a última horade la tarde, eran retenidos en este paraje hasta que llegase la hora de bajarlos al pueblo. Desde aquí, cruzaban la carretera que lleva a Vi­llavaliente y por la Carrasca de Dominguillo a bajar por la Senda del Toyico, la cual daba al lla­mado Puente de Rafael, y de ahí dirigirse hacia el pueblo. Cerca de la llamada Cueva de las Eras (donde hoy se sitúa el Hotel Plaza), se cortaba el paso con palos y carros para que los toros subiesen hacia la plaza, donde quedarían encerrados hasta la corrida.


Algunos jóvenes aprovechaban la expectación que había para bajar corriendo por la senda con esquilones y cence­rros, haciendo huir asi a algún que otro miedoso.
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El frontón de Alcalá del Júcar

La pelota a mano en Alcalá del Júcar.
El fronton de alcala del jucar
Desde 1950, Alcalá del Júcar cuenta con un magnífico frontón con el que saciar las grandes ansias que hay en nuestro pueblo por el juego de pelota . Desde siempre el frontón tradicional fue la pared del castillo que da al Mediodía[1], y en las aldeas, al igual que en otros pue­blos, las paredes de las iglesias. Allí, en el castillo, se reunían multitud de gente para ver las im­provisadas partidas que, con pelotas de trapo, se organizaban. También los chiquillos aprovecha­ban las vacaciones o las horas de recreo para pegar algunos manotazos a la pelota. Algunas veces esta caía a las huertas y entonces era de ver como, según recoge José Antonio González Pérez, uno o dos de estos chicos, ajenos al peligro que esto entrañaba, bajaban por el propio peñón a través de los entrantes y salientes de la roca hasta llegar al camino de las huertas, por detrás de la peña, por donde, una vez cogida la pelota, volvían a subir. Buena prueba de que el Ángel de la Guarda existe es que no hay constancia de que vez alguna hayan habido desgracias personales.
Como consecuencia de la gran afición que hay por este deporte, Alcalá del Júcar cuenta, y ha contado, con grandes jugadores que nos han deleitado con sus partidas figurando, incluso, algún jugador profesional.
Este deporte, según Fuster Ruiz, es una variante de la “pelota vasca” y entre estas nove­dades está el jugarse contra una sola pared, longitud de la cancha, etc. El propio Fuster Ruiz, hablando del arraigo de este juego en la comarca dice: “Cuando las manos anchas y fuertes de los mozos se inflaman después de un largo partido de pelota, solía emplearse el más original masaje que registra la historia del deporte: presionar fuerte la palma de la mano con la suela de una alpargata de cáñamo mojada”. Nosotros, por nuestra parte, desconocemos tal práctica.



[1] En Alcalá, también se solía jugar en la calle Nueva o en el pretil, delante de la Iglesia
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Alcalá del Júcar y sus juegos infantiles (1)

Juegos infantiles.
Juegos de Alcala del Jucar
Hay que recordar que los juegos infantiles son un capítulo importante de la crianza; de hecho, el ejercicio recreativo es una función inherente al hombre y, sobre todo, al niño, no some­tido todavía a la servitud del trabajo. El juego es una comunicación que incluye una interacción cultural recíproca: el niño se manifiesta, y el entorno no sólo le influye sino que le condiciona. Por eso cada pueblo, cada comunidad diferenciada, tiene sus propios juegos infantiles. Entre los juegos infantiles que más han llenado las horas de ocio de los niños alcalaeños podemos citar los siguientes:
El aro: este juego consistía en coger un palo con la mano y golpear con él un aro[1]. Aunque pa­rezca fácil, no lo es tanto, pues no todo se reduce a hacer rodar el juguete, sino que se debe tener cierta maestría para doblar una esquina, dar la vuelta, etc.
Coger pájaros: para coger pájaros, se usaban dos métodos: la liga y el tirachinas. Para hacer la li­ga, se ponía a calentar en un recipiente (bote por lo general) un tipo de suela de goma que deno­minábamos “crepé”. Una vez derretida ésta, se coge un mazo de esparto y se cortan ambos ex­tremos hasta que queda de una longitud suficiente. Acto seguido se introduce uno de los extre­mos en el líquido y al sacarse, se divide en dos mazos más pequeños, restregándose éntre sí las puntas de los ramos para que queden mejor impregnadas. Una vez hecho esto, se vá al sitio ele­gido y se clava el esparto alrededor de algún charco en el que suelen beber los pájaros. Cuando éstos van a beber, quedan pegadas sus alas con el esparto y éste les impide volar, con lo cual, so­lo hay que ir a recogerlos. Por cierto, qué cuando éramos crios, en Las Casas del Cerró había un método que creíamos infalible para saber el sexo del animal, lo cual es muy importante ya que, como todo el mundo sabe, las hembras no cantan Este método consistía en coger al pájaro por el pico con los dedos índice y pulgar, recitando a continuación:

“Si eres macho tente pacho, si eres hembra revolotea”.



[1] El aro solía ser de metal (si salía de algún tonel viejo) o de madera (si salía de alguna cuba de sardinas).
Ni que decir tiene que, el pobre animal, en cuanto sé veía libre excepción hecha del pico, comen­zaba a batir sus alas como un desesperado, motivo por el cual muchos de ellos fueron encasilla­dos en el sexo contrario al que realmente les correspondía.
El otro medio de cazar pájaros, es el tirachinas. Este consiste en una horquilla hecha preferentemente con madera de olivo o alatonero, á la cual se le ata en ambos extremos superio­res una tira de goma que casi siempre suele salir de la recámara de alguna rueda de bicicleta. Una vez hecho esto, ya está construido el tirachinas y sólo resta poner una piedra del tamaño conve­niente en mitad de la goma y tirar hacia atrás. Cuando esta se encuentra tensa, se suelta y la pie­dra sale disparada hacia el blanco.
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El comercio en Alcalá del Júcar

Establecimientos publicos en Alcalá del Júcar.
Dedicado el vecindario de lleno a las faenas agrícolas, apenas encuentran desarrollo otras artes e industrias, a excepción hecha de aquellos establecimientos que sirven para el propio abastecimiento del pueblo, tales como panaderías, tiendas de comestibles, etc., o para el mante­nimiento del turismo (bares, restaurantes, tiendas de recuerdos, etc.). Como pueblo pequeño no debe sorprendemos la variación que experimenta el número de establecimientos públicos e in­dustrias en el transcurso de los tiempos. Con la misma facilidad que se instala una industria des­aparece, y de igual modo que se monta una tienda, se recoge.

casas rurales Alcala del Jucar
Casa rural La bodeguilla de Alcalá del Júcar

El comercio es también muy raquítico ya que la comarca, gracias a las buenas comuni­caciones, es dominada por Casas Ibañez o Albacete y, muy puntualmente, por Valencia. No obs­tante, de pueblos de alrededor son algunos de los puestos de venta ambulante que pasan por nuestro pueblo, destacando las frutas y verduras por encima de cualquier otra mercancía, aunque también aparecen vendedores de pescados, colchones, etc.
Cuenta en la actualidad Alcalá del Júcar, con algún taller de herrería y reparación agrí­cola, así como varias carpinterías y otros establecimientos, pero como el citar todos los servicios públicos con que cuenta el pueblo se nos haría interminable, destacaremos solamente que existen en estos momentos varias carnicerías, una gasolinera, autoservicios, pastelerías, varios servicios de taxis (tanto en el pueblo como en algunas aldeas), etc. También hay toda una serie de panade­rías, tiendas de comestibles, bares y otros servicios más cuya sola mención harían infinita ésta lista.
En cuanto a los mercados, se suelen aprovechar los de Casas Ibáñez para las compras más habituales, recurriendo a los grandes centros comerciales de Albacete cuando se requiere una mayor variedad Hasta hace algunas décadas, también se esperaba a las fiestas de San Loren­zo para hacer algunas compras, aprovechando que venían vendedores de toda clase de géneros.
Han surgido en Alcalá, con el patrocinio de los organismos públicos, una serie de “escuelas-taller” que sirven de aprendizaje laboral a gran parte de la juventud de nuestro pueblo, destacando las de albafíilería, forja, cantería y. carpintería, las cuales ya han reali­zado importantes actuaciones en lugares como el Ayuntamiento, Cuesta Hondonera, etc.
Antiguamente había, cercana al Borrocal, una fábrica de lana, que no eran sino unos ba­tanes donde la gente llevaba la lana recién esquilada y donde tras cardarla, etc, te daban ya con­vertida en madejas. Funcionaba con el agua del río, pero tras la riada de 1941 la susodicha fábri­ca desapareció por lo que fue montada ya dentro del casco urbano, al otro lado del Enchidero (calle Malvas), ya más moderna y funcionando con electricidad. Aunque más modernamente, existían también en algunas aldeas, manufacturas donde la gente hacía caras de zapatos que una vez terminadas, eran llevadas a las fábricas de Alicante o Almansa, donde sería terminado el cal­zado y listo para su venta.
Cabe destacar aquí, dentro del apartado de la industria, al alumbrado. En Alcalá del Jú­car no se introdujo tan importante mejora hasta principios del presente siglo (1918), aunque en algunas aldeas como La Gila, Tolosa o Zulema, el alumbrado, tal y como lo conocemos hoy en día, no apareció hasta la década de los años cuarenta. Hoy cuenta todo el término municipal con alumbrado eléctrico, procediendo la energía de Hidroeléctrica Española S.A., que tiene la central transformadora en la calle Malvas. Hace algunos años, se renovó el alumbrado público, sustitu­yendo en algunos sitios las antiguas lámparas de filamento por focos fluorescentes de mayor po­tencia lumínica.
Había, más en lo antiguo, otra central eléctrica situada en el lugar conocido como el Molino de Montoya. Esta central producía la electricidad gracias al agua del río que hacía girar continuamente una rueda. La electricidad de ésta central le costaba al alcalaeño, a razón de cin­cuenta céntimos o una peseta, según la época, mientras que las bombillas subieron su precio, en los períodos más caros, a la astronómica cifra de 2,50 pesetas. Finalmente, la Electra Albacetense, empresa mucho más potente, terminó por absorber a esta pequeña central eléctrica que, entre la gente, era conocida como la “luz de Montoya”.
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