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Predicciones del tiempo de Alcala del Jucar en esta semana.
Esperamos que el tiempo en Alcala del Jucar sea de tu agrado.
Foto Daguerrotype de Alcalá del Júcar
Virajes de fotos de Alcalá del Júcar-Daguerrotype
El daguerrotipo, fue el primer procedimiento fotográfico anunciado y difundido oficialmente en el año 1839. Fue desarrollado y perfeccionado por Louis Daguerre.
Los daguerrotipos se distinguen de otros procedimientos porque la imagen se forma sobre una superficie de plata pulida como un espejo. Para economizar, normalmente las placas eran de cobre plateado, pues sólo era necesario disponer de una cara plateada.
En la foto de mediados del siglo pasado (Original en B/N), podemos observar el castillo de Alcalá del Júcar medio destruido. En la descripción que en 1579 hizo el gobernador y justicia mayor del Marquesado de Villena, don Diego Velázquez, por encargo de su señor el rey don Felipe, del castillo de Alcalá del Júcar, consta que “…esta Villa tien un castillo grande él qual esta fundado sobre una peña muy alta tajada a la rredonda de su natural demas de setenta estados de alta la dicha peña y junto al dicho castillo en la dicha peña ay un espacio de tierra como una plaza grande donde antiguamente bibia el dicho pueblo e agora no ay mas de los gimientos e la yglesia porque por la estrecura y con tienpos de paz se salieron a bibir a donde esta fundada la dicha Villa el qual edifigio de la fortalesa es de cal y canto muy hermosa e tiene dentro una gistema para el agua del gielo y dos mazmoras e dos molinos de manos y una puente lebadizay el trio de Xucar casi gercala dicha fortaleza e peña y desde el dicho castillo pueden baxar a el trio por agua por una mina que ay fecha en la dicha peña”. Casi nada sobrevive. Ni que decir tiene que todo esto se refiere a tiempos en que ésta ladera, casi vertical, era un peñascal solo practicable por sendas que los del castillo trillaban para subir agua del río.
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Tolosa, aldea ribereña del Júcar
Tolosa, aldea ribereña del Júcar.
A unos 5 kms. al este de Alcalá del Júcar, Se encuentra Tolosa, la única aldea ribereña del Júcar.
Tiene por patrón San Roque, y el 16 de agosto se celebra una misa y procesión, así como unos castillos artificiales muy espectaculares por el entorno del embalse en el que se realizan.
En cuanto a sus antecedentes históricos, de 1750 es una lista donde se recogen los batanes de Alcalá, los cuales están en propiedad de la familia Tolosa, por lo que la fundación de la aldea debió ser ligeramente posterior a esta fecha.
El rio Júcar marcha a la aldea de Tolosa, situada a la izquierda, en la que hay otro puente, para continuar al Puntal de las Rochas, situado a 7 kms. del pueblo y que antiguamente eran unos batanes. Corre el río hacia Don Benito, que está situado a la izquierda, facilitando el paso otro puente. Pasa después el río por otra central eléctrica llamada Tranco del Lobo. Al corto espacio, por la angostura del terreno, se interrumpen las huertas y solo antes de tocar en la Villa de Ves, se cultivan las rinconadas del Moral y Fuente de la Canaleja, a las que siguen el Embalse del Molinar. La Villa de Ves ocupa la cima de un peñón que se levanta én la izquierda del río. Todo este tránsito es notable por su escabrosidad y la elevación de los peñascos que encajonan el río y no permiten paso alguno: la rinconada de Don Sancho y de Jábega, pequeños espacios cultivados a la izquierda del río, se hallan ya casi en el límite de la provincia de Valencia.
“Alcalá del Júcar” de José Luís Valiente Pelayo
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Festividad de San Antón en Alcalá del Júcar
San Antón en Alcalá del Júcar.
Su conmemoración tiene lugar el 17 de Enero. Hasta hace algunas décadas, el vecindario acostumbraba a mantener diariamente y de forma mancomunada a un cerdo que recorría tranquilamente las calles de las aldeas, libre y sin trabas ni encierros, y que el día de la onomástica del santo era subastado junto a otros presentes donados por las gentes del pueblo. Se ha dado el caso varias veces que una vez que alguien se hace con el cerdo vuelve a ofrecerlo para otra nueva subasta. Tal era, lo que a nosotros ha llegado con el nombre de “Gorrino de San Antón”. Antaño, se elaboraba el llamado pan bendito y que era repartido a la puerta de la Iglesia, tanto para las personas como para los animales. Por la noche, como no, la inevitable hoguera ala puerta de la Iglesia donde se asaban patatas, longanizas, careta, etc.
Este santo es el patrón de los animales pero debido a la industrialización del campo y la consiguiente desaparición de los animales de carga, esta fiesta está desapareciendo de forma alarmante. A ello hay que añadir que, como San Isidro, santo eminentemente agrícola, va adquiriendo mayor relevancia, muchos de los actos que antaño se celebraban en honor de San Antonio Abad, hoy se realizan para venerar a San Isidro. Actualmente se limita a la tradicional procesión y la bendición de los animales. Antiguamente, y si pese a la bendición de tumo, algún animal se ponía enfermo, lo mejor era recurrir a los profesionales; por los archivos del siglo XVII pertenecientes a la Inquisición, conocemos los casos de Francisco Valera y Martín González, ambos vecinos de Valdeganga que, aunque sanaban a toda clase de animales, estaban especializados en cerdos, para lo cual les ponían tan solo una cédula al cuello en los que estaban escritas palabras de Salmos.
Plaza de toros de Alcalá del Júcar
Alcalá del Júcar cuenta con una de las más originales plazas de toros que se hayan construido jamás. Sobre su construcción no se sabe gran cosa aunque esta plaza cuenta, según algunos, con más de 200 años estando considerada por muchos autores como una de las más antiguas de España. Antes de levantarse la plaza, allí había una era para trillar enclavada en la roca y, con anterioridad, la ermita de San Pedro[1].
Pese a esta supuesta antigüedad, por nuestra parte no creemos que sea anterior a la segunda mitad del siglo pasado. Si bien no es concluyente el hecho de que no aparezca en la obra de Sánchez de Neira (1879)[2], el cual también deja sin nombrar muchas otras cuya existencia está demostrada, ya es más extraño el que tampoco aparezca en la de Guerrita (Í896)[3], el cual hace un meritorio censo de las existentes en su época, cuando sabemos que ya existía el coso de nuestro pueblo; tal vez, ello se deba al lamentable estado en el que ya se encontraba Tampoco aparece en el mapa de Hierros y Divisas de Ganaderías Bravas, realizado por E. Galle alrededor del año 1900. …
Según algunas publicaciones, la plaza se construyó en 1902, pero según la memoria de algunos ancianos, lo que realmente se hizo en aquellas fechas fue una reconstrucción, ya que la plaza ya existía con anterioridad, pero ante el ruinoso estado que ésta presentaba, el ayuntamiento la ofreció a los albañiles y carpinteros del pueblo a cambio de su restauración. Estos restauradores fueron los hermanos Motilla Camón (Juan José y Alberto), Alonsillo y, también, Diego Villanueva “el de Rufino”; estos cuatro eran albañiles, a los cuales hay que agregar al carpintero
Bartolillo Muñera[4] y al tejedor Gregorio García “el de la Isabelana”. Se añadía, completando el grupo, Peñas, el “Alpargatero” y Faustino García “el Oficialete”, también llamado “el de la Mortera”. Entre los nueve la rehicieron tal y como se nos muestra hoy en día; al parecer, en la novillada de inauguración perdieron cerca de mil reales. Quizás, esta reconstrucción, es lo que induce a Ortíz Blasco y J.L. Maeso a dar erróneamente el año de 1912 como fecha de su construcción.
[4] Por desgracia, recientemente Meció Mauricio Muñera, hijo de Bartolomé Minera, uno de los restauradores de la plaza y que alguna vez nos comentó cómo, a principios de siglo, tenia que llevar todos los días, pese a su corta edad, el almuerzo a su padre, el cual estaba en la obra del coso taurino.
33 Hasta hace algunos años, el espectáculo de variedades solía representarse la misma noche de la corrida.
34 Aquella peña de nuestros vecinos llegó a ser tan fuerte, que incluso llegaron a poner un toldo en su tendido.
En alguna fuente hemos hallado el dato erróneo de que es monumento nacional, motivo por el cual no estaría permitida la remodelación exterior, pese a ello, en el interior se llevaron a cabo las obras pertinentes para ampliar el ruedo, que ahora mide 40 mts. de diámetro; también se quitó la barrera y se subió la contrabarrera
La portada está realizada a base de sillares y el resto, hasta nivelar el punto más alto, es manipostería trabada con mortero de cal. A partir de ahí, se usa el alzado de tapial calicastrado. También aparece el uso de cadenas (bloques escuadrados) para unir dos lienzos convergentes. Por su parte, las gradas están esculpidas en la roca y los muros son de adobe, habiéndose utilizado, además, el barro, la grava y el ladrillo. La disposición de todos estos materiales hace parecer que los muros estén hechos para soportar un tobogán. En cuanto a su forma, esta plaza no es cuadrada ni redonda, es ovalada y desde arriba recuerda una lucerna paleocristiana.
En cuanto a su distribución interior, la plaza tiene dos puertas para el servicio publico que dan acceso a las localidades de sol y sombra y otra principal, por donde efectúan su entrada los toreros. Tiene también un corral y los respectivos chiqueros, aunque no cuenta con cuadras, por lo cual, los caballos tanto de rejoneadores como de arrastre de toros han de quedarse en la calle hasta su entrada en la plaza. A la parte izquierda de la puerta principal, existe un pequeño escenario en el cual, y durante el verano, actúan algunas compañías de teatro y otras variedades. Tiene un aforo para 2.200 espectadores.
El día 8 de Agosto hay un tradicional “encierro” de las reses que se lidiarán el día 10. Este encierro, tras unos años en que los toros eran llevados encajonados hasta la misma puerta de la plaza, ha vuelto a recuperar el habitual sabor popular al soltar los novillos en la explanada y subir estos, sueltos, hasta la plaza de toros. Últimamente, los novillos salen desde el frontón haciendo, de este modo, el encierro más largo. Pero es sin duda el día 10, festividad de San Lorenzo, cuando la plaza de toros se convierte en protagonista de las fiestas ya que, alrededor de las 6’30 de la tarde, tiene lugar la tradicional novillada sin picadores, donde serán lidiados cuatro novillos. Por la noche del día siguiente33, tendrá lugar en el teatro de esta misma plaza un espectáculo de variedades, contando además con la presencia de algún artista de renombre que dé realce a la función.
Desde hace ya bastantes años, y tras el festejo, los mozos de la aldea de las Casas del Cerro iban a la Punta de la Tabla y se daban, vestidos, un baño. Este pequeña broma, se ha venido repitiendo año tras año uniéndose, además, los jóvenes del pueblo y de otras aldeas, por lo que este baño en la playeta se ha convertido en una costumbre más.
Otra inveterada costumbre tiene que ver con el pueblo de Casas Ibañez ya que, gran parte del aforo, era ocupado por vecinos de este pueblo, los cuales tenían una gran afición34. Por en
tonces, la plaza era regada con cubos y los ibañeses,-quizás por-el-calor,-demandaban asiduamente que al grito de ¡agua! ¡agua!, los mojaran. Ni que decir tiene que los encargados del riego no se hacían de rogar y, a fuerza de repetirlo un año sí y otro también, esto quedó como tradicional; el que iba a aquella parte del tendido sabía ya, de antemano, que acabaría empapado. Hoy en día, ya no existe la gran peña ibañense ni se riega con cubos, pero aquella costumbre ha ido evolucionando hasta nuestros días y, el que va al sol, sabe que acabará regado.
También es tradicional el asistir a la plaza con el jamón y la garrafa del vino.
Como plaza de pueblo que es, no deberíamos esperar la actuación de grandes matadores en su ruedo, sin embargo, y aunque se cuentan con los dedos de una mano, son de destacar algunos espadas que, con el tiempo, han llegado a alcanzar cierto renombre, destacando entre todos ellos, según algunos ancianos, a uno de los mayores maestros de todos los tiempos como fue Juan Belmonte aunque, eso sí, cuando solo contaba con doce años. El primer cartel de toros al que hemos tenido acceso, lleva fecha de 10 de agosto de 1905; la feria de aquél año se anunció con gran pompa ya que “Con motivo de la Feria de este pueblo, la Empresa que tiene á su cargo las corridas, no omitiendo gasto ni sacrificio alguno, ha adquirido SEIS BRAVOS NOVILLOS-TOROS, de la acreditada ganadería de Don Francisco González Traperos. A la vez ha contratado al valiente novillero MANUEL ALCOBA, Alcobita, que tantos aplausos viene cosechando en todas las plazas donde se ha presentado”. Ni que decir tiene que “Una brillante Banda de Música amenizará las corridas”. Y dice bien, porque en aquél año se celebró otra corrida el día siguiente, 11 de agosto. Como nota curiosa, decir que el siguiente cartel conservado, lleva fecha de 10 de agosto de 1907 y por él nos enteramos que la corrida de dicho año fue “A beneficio de los pobres de esta Villa”.
Bibliografía: Alcalá del Júcar (José Luis Valiente Pelayo)
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Supersticiones en Alcalá del Júcar
Supersticiones en el pueblo de Alcalá del Júcar
Pese a que mucha gente considera las supersticiones como hijas de la ignorancia y el analfabetismo siempre hemos creído que, por el contrario, son restos de antiguas creencias motivo por el cual, si no hay que fomentarlas sí al menos conservarlas en la memoria colectiva como restos del pasado. En lo que respecta a este tema, si la ingenuidad era lacra común de los tiempos pasados en toda España, no se iban a librar de ello las gentes de mi pueblo, casi arrinconadas en una geografía hostil y poco comunicada con el exterior.
Propiamente dicha, nunca ha existido la alquimia, el ocultismo o la parapsicología en general y tan solo la necesidad de remediar numerosos males ha hecho a los alcalaeños el recurrir a personas supuestamente diestras en los diversos menesteres del curanderismo. Sin el menor asomo de brujería; algo con lo que se ganaban parte de su escaso condumio algunas personas a las que se tenía por doctas en el arte de la sanación. En realidad, verdaderos curanderos no los han habido nunca en nuestro pueblo, al menos en lo que va de siglo, pero no han faltado hombres y mujeres a los que se acudía buscando remedio. Lo mismo que, no hace muchos años, aún iban algunas gentes a ver al curandero de Alatoz para buscar remedio contra sus recalcitrantes males; siempre resultaba lo mismo, “o macho o hembra”, generalmente “hembra”, por desgracia; es decir, que lo que la ciencia no había podido curar, no había curandero eficaz para ello.
El caso es que el afán de mejorar, básicamente en salud, llevaban a muchos vecinos a buscar aquellas personas que realizaban estas prácticas; generalmente eran enfermos, ya que no faltaban en nuestro pueblo los que creían a pies juntillas en la virtud de cierta “gracia” entre los que “habían nacido con manto” para menear las tripas de los colicosos (de estos meneadores hemos tenido buena muestra en La Giía) o las torceduras de pies y manos hasta hacer desaparecer el dolor o encajar los huesos en su sitio.
Como ya hemos dicho anteriormente, el mejorar en salud era el motivo principal que llevaba a los alcalaeños a visitar a los curanderos, motivo por el cual es en el campo de la “medicina”, donde exista el mayor número de remedios. Uno dé los mayores problemas suele ser el ahuyentar el “mal de ojo”; en este aspecto cabe decir que chiquillo que agarraba fiebres, resfriados, meningitis, “garrotillo”, o cualquier otra enfermedad hoy fácilmente curable, es que le habían hecho “mal de ojo”; no obstante, y pese a la peligrosidad del caso, se podía respirar tranquilo, ya que había personas que lo contrarrestaban, ya fuera con una gota de aceite, con la prenda del niño o, incluso, con solo unos pelos del crío. Para deshacer él entuerto también había otros titos de tipo cabalístico-rogativo que lograban una de estas dos cosas: o curaba al chiquillo por “haber llegado a tiempo” o moría “porque el ojeo maligno había profundizado demasiado”. De estos ojeadores no he conocido ninguno en nuestro pueblo, por lo que los padres del maleficiado iban a otros lugares con faina en esta curación. ! .
Ya en el año 1929 el médico de Bonete, don Manuel Verdej o, enumeraba las características que presentaban los que producían el mal de ojo destacando, entre otras, el que si miraban a un homo encendido, se apagaba, si lo hacían a la mesa para fabricar el pan, se suspendía la fermentación, si miraban a un niño, enfermaba, etc. Según él, y atendiendo a determinadas señales, se podría reconocer a los que aojaban, motivo por el cual en los puebíos se intentaba descubrir a los causantes del mal. Una vez designados (generalmente, la “cualidad” recaía sobre personas que poseían algún defecto físico o mental que las hacía poco gratas a la comunidad) se les evitaba. El autor ve el mal de ojo como reflejo de la envidia, la discriminación y la desigualdad social. No obstante, y como en tantas otras creencias, hay variaciones de una zona a otra. En nuestra comarca, por ejemplo, quien produce el mal de ojo lo hace de forma involuntaria, motivo por el cual es imposible reconocer al supuesto culpable, excepción hecha de los gitanos, los cuales lo podían producir de forma voluntaria.
Las propiedades curativas que tenían algunas personas también las vemos reflejadas en la curación dé la hernia infantil (niños quebrados), que es la otra gran enfermedad. Para curarla había que esperar al día más milagrero, que es el de San Juan, el cual cura numerosos males. Para realizar tales curaciones, esa noche, una pareja que celebre su onomástica eñ susodicho día (Juan y Juana), tomaban al niño herniado y se lo pasaban de una a otra a través de dos ramas de higuera al tiempo que recitaban algún rezo o sortilegio.
En cuanto a males más mundanos destaca, entre todos, la curación de las verrugas. En —este aspecto podemos decir que hoyen día, en nuestros pueblos, él qué tiene vengas es p quiere, ya que para eliminarlas hay todo un sinfín de remedios, tales como restregárselas con unas cuantas hierbas el día de San Juan, antes de que salga el sol. También da buen resultado el llenar de sal la concha de un caracol y tirarlo a un pozo, aunque teniendo la precaución de salir corriendo, pues si se oye llegar al fondo no dará buen resultado. Otra variante de esto mismo, es atarle los cuernos al caracol y tirarlo al tejado. En cambio, una cosa que nunca deberá hacerse es contar las verrugas que tiene otra persona, pues de lo contrario, le saldrán al que las haya contado. Si, cosa rara, ninguno de estos remedios causa el efecto deseado, no hay que preocuparse, ya que basta salir a las afueras del pueblo y en avistando una retama, se le hacen tantos nudos como verrugas se tienen. Conforme se vayan soltando los nudos se irán yendo las verrugas.
Por su parte, los orzuelos se curan pasándose una llave hueca por el ojo y, si esto falla, otro remedio es el de hacer un montoncillo de piedras a la orilla de cualquier camino; cuando alguien pase por allí y lo derribe, el orzuelo desaparecerá. Cualquier descalabradura se cura con unas simples telarañas, mientras que el empacho se cura si un mellizo le pone la mano en la tripa al enfermo durante algunos minutos.
En realidad, siempre habrá gentes un poco “orejitiesas” ante el salero que se vuelca, el paraguas o la silla que dan vueltas, el martes y trece o el cristal que se rompe. Nadie les quitará de la cabeza que cortarse las uñas en días que llevan la letra “r” ocasiona padrastros. Modernamente, hay quien usa pulseras de metal para curar el reuma, o se pasan una alpargata caliente (que ya casi no existen), para el dolor de tripas
En el aspecto culinario, y aunque no se sabe para qué, hay gente que se coloca en la frente la punta del pepino que no haya estado en contacto con la mata. También debe evitarse el hacer mahonesa delante de un hombre pues, de lo contrario, ésta se cortará irremediablemente.
En cuestión de luchar contra el mal tiempo, los elementos y las malas nubes, no había cosa mejor que sacar de su largo letargo al santo de tumo, para que puesto en las eras, evítase la catástrofe en cuanto se aproximaba un nublado. No sabemos en qué consistía su fuerza ante los desatados elementos; el caso es que llovía o apedreaba, o a lo mejor, se paralizaban las nubes, aunque mucho nos tememos que sin tener en cuenta a las impertérritas estatuas. Para evitarse esto, también solía sacarse al santo al comienzo de la temporada agrícola, habiéndose recurrido incluso, hace unos siglos, a verdaderos “profesionales” y así vemos que, en 1752, ya se pagaban doscientos reales “al que predica la pasión y conjura las malas nubes”. Hasta hace poco, también era frecuente encender un cirio para conjurar el riesgo de pedrisco.
Por nuestra parte, también hemos conocido la existencia de uno de los personajes más típicos dentro del campo de la superstición, los zahones, los cuales creían adivinar sin el menor conocimiento de geología o radiéstesia, las corrientes de agua subterráneas para señalar y abrir pozos, o hasta encontrar tesoros escondidos.
Y así muchas cosas más, reminiscencias de un pasado demasiado oscuro y profano, que nos hacen pensar en que la ilusión y la esperanza no tienen lógica, pues hasta cierto punto es natural que se busque el alivio de males cuando uno se hace la cuenta del “perdió”.
Aunque se aparta del tema de las sanaciones, aunque no de las supersticiones, cabe destacar que, la noche de San Juan (ya mencionada anteriormente), está cargada de secretos y misterios; una costumbre de ese día es la de evitar encantamientos. Por tanto no debe pasarse por ciertos lugares porque en ellos habita alguna persona encantada que este día sale, y que el día de San Juan, único de todo el año que sale de su aposento, va en busca de alguna persona para transmitirle su encantamiento y así poder ella deshacerse del mismo. Si alguien la ve y sin darse cuenta conversa con ella, queda encantado para siempre.
Tan tenebrosa como la anterior es la “Niña de los Peines”, que con su aspecto bondadoso nos invita a ser peinados por ella, cosa que aprovecha para clavar el peine en la cabeza del ingenuo viandante; sin embargo, esta ya era más fácil de esquivar, pues tenía su habitáculo en el llamado Huerto de Malmira (Las Eras), en la cueva que hay frente al camino actual. Ni que decir tiene que esta leyenda tenía como motivo asustar a nuestros abuelos, lo cual era fácil de lograr incluso hoy en día, pues este solitario paraje, una vez oscurecido, amedrenta al más valiente.
Para terminar, y aunque no es propio de este apartado, tal vez habría que hacer aquí una pequeña mención a las prácticas de brujería. En realidad, no creemos que haya habido brujas en nuestra comarca en ningún momento de la Historia, aunque sí creencia en ellas. En este aspecto cabe destacar que, en Casas de Ves, existía la tradición de que las brujas dé la localidad se reunían en auténticos aquelarres los martes y sábados en el llamado Collado del Colmenar, ni que decir tiene que los niños que naciesen en ese momento serían bizcos y desgraciados. En este pueblo se cantaban unas coplas referidas a estas hechiceras:
‘Tres en La Balsa dos en La Pared y la capitanilla en Casas de Ves”
En realidad, esta copla es semejante a las existentes en otros pueblos de la región pero cambiando los nombres de los lugares.
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La Iglesia de Alcalá del Júcar
La iglesia de Alcalá del Júcar
La comunidad rural medieval estaba íntimamente vinculada a la parroquia, por lo que se puede deducir que desde el primer momento de la estabilización del dominio cristiano existió un lugar para el culto: la iglesia parroquial. Las nuevas poblaciones cristianas necesitaban para el rito las construcciones de templos, que debieron de ser humildes necesariamente dada la escasez de medios económicos de los que se disponía en un principio.
Como es lógico pensar, y en cuanto a la documentación existente, nada podemos aventurar sobre la primera iglesia con la que debió contar nuestro pueblo tras la invasión cristiana, ya que la ausencia de información en lo referente a este punto es total.
Tras la conquista, el pueblo se ubicó, según las crónicas, en la zona alta de la peña, junto al castillo, por lo que las primeras referencias nos llevan a aquel lugar. En cuanto a este emplazamiento, es en las Relaciones Topográficas de Felipe II (1579), donde se dice que “…esta Villa tiene vn castillo grande el qual esta fundado sobre vna peña muy alta (…)yjunto al dicho castillo en la dicha peña ay vn espagio de tierra como vna plaza grande donde antiguamente bibia el dicho pueblo e agora no ay mas de los gimientos e la yglesia…”. En realidad, esta primitiva iglesia, que estaba bajo “…el Nombre de las benditas animas…” ya no funcionaba en tiempos de FelipeII ya que, a principio de ese mismo siglo, se había incendiado[1] motivo por el cual se consiguió permiso “del Sumo Pontífice” para edificar un nuevo templo sobre la “Hermita de Santa Quiteria, en una punta de piedra que sirve de falda al peñón de dicho castillo la que vate las aguas, del citado Rio Jucar. Este permiso se obtuvo en tomo al año de 1525 y aunque ignoramos el motivo por el cual fue elegido San Andrés como nuevo patrón de la iglesia el caso es que, desde muy pronto, entre sus tesoros se encontraba “Un relicario con la reliquia de Señor San Andrés Apóstol, con su cinta y su autentica de Roma”[2].
En cuanto a este nuevo templo parroquial, que es la actual iglesia de San Andrés Apóstol, podemos decir que se levanta en la calle del Pósito, coronando el alto de una empinada calle, la Cuesta Hondonera. Como bien especifican las crónicas, distaba 22 leguas de la ciudad de Murcia, lugar donde residía el Obispo de Cartagena.
En lo referente a su arquitectura, la iglesia alcalaeña es sólida, de bastante mérito y en su construcción se han empleado sillares gruesos, con lo cual se consigue que los muros sean robustos. Tiene dos puertas de entrada formadas por arcos de medio punto. La principal da a la Cuesta Hondonera y la otra a la ya mencionada calle del Pósito. A la salida de la puerta principal se halla el pretil, que es una pequeña explanada con bancos y una pequeña fuente.
El templo tiene planta de cruz latina, es decir, formada por una nave central y un crucero, siendo su cabecera plana. Las naves que forman la iglesia están cubiertas con bóvedas de cañón, es decir, de sección semicircular. Estas bóvedas de cañón, se construyen con series de arcos de medio punto, pero el gran peso de la bóveda y su carácter macizo, requiere unos reforzamientos internos y otros externos. Los refuerzos internos están formados por arcos transversales que en arquitectura se denominan arcos fajones, los cuales se prolongan hasta el suelo a modo de columnas semicilíndricas adosadas a la pared. Los refuerzos externos, están formados por muros gruesos y los denominados contrafuertes, que son unos machones salientes en el paramento del muro.
[2] Listado de propiedades de la parroquia de Alcalá del Júcar en 1769.
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Aldeas de Alcalá del Júcar-Las Eras
Las Eras.- es la aldea que cuenta con mayor número de habitantes de todas ellas. Está asentada sobre un cerro, al Norte del pueblo y distando de él unos 500 mts. Es una de las aldeas más ricas del municipio por ser su demarcación terreno bastante llano y fértil, estando situada aquí las dos cooperativas vitivinícolas con las que cuentan nuestro pueblo: la Cooperativa del Campo “La Alcalense” y la Cooperativa Vinícola Erzul S.C.L. En realidad, esta aldea siempre tuvo un cierto aire cooperativista, siendo buena muestra de ello el que, en 1931 se constituyese aquí la Unión Aldeana de Agricultores”, pero al poco tiempo se deshizo por divergencias entre sus miembros. Como nota curiosa, diremos que la cuota mensual era de dos reales, mientras que el entrar a formar parte de esta cooperativa costaba 25 pesetas, cantidad que estaba destinada a costear los primeros gastos de luz, alquiler, etc. Como era voluntaria, tan solo 6 ó 7 personas la pagaron.
En cuanto a manantiales, cabe destacar la Fuente Nueva. Esta se encuentra al Sur de la aldea y separada de ella por la carretera. Antiguamente iba la gente allí para recoger el agua necesaria, pero en la actualidad es muy poco visitada. Otra fuente importante que se encuentra en la aldea, es la que junto con el abrevadero y el lavadero, de pequeñas dimensiones, forman lo que se conoce con el nombre genérico de “La Alberca”[1]. Antes venía la gente aquí para dar de beber agua a las caballerías debido a la proximidad del núcleo urbano, pero hoy en día tampoco se usa apenas pues, con la mecanización del campo, no queda casi ningún animal de carga. El sitio del emplazamiento de la fuente, aunque solitario por la topografía del terreno se presta a embellecimiento, cosa que agradecerían todos. Otra fuente digna de nombrar en la aldea, es la del ‘‘Huerto del Paladú”, que aunque cegada en la actualidad, siempre ha sido muy nombrada por la excelencia de su agua.
Al igual que en todas las aldeas, hay servicio tanto de saneamiento como de abastecimiento de aguas a domicilio. Tiene comunicación directa con Alcalá y con la aldea de Zulema, así como con Casas Ibañez. También parte de ella un camino vecinal que llega hasta Marimin- guez. Su población escolar es acogida por transporte en el 1NB de Casas Ibañez, o en las escuelas de EGB de la propia aldea.
La primera noticia que tenemos sobre Las Eras data de 1480, fecha en que se firmaron las capitulaciones entre el Marqués de Villena y los Reyes Católicos, apareciendo varias veces después en los documentos sobre nuestro pueblo.
Don Cristóbal Cebrián de la Torre, canónigo de Sigüenza[2], dejó en 1742 una fundación para que en la iglesia de esta aldea (San Gregorio) ardiera, noche y día, una lámpara de aceite ante la imagen de Jesús fundando, además, una capellanía con la condición de que el capellán residiese en esta aldea.
Tiene una iglesia dedicada a San Gregorio Nacianceno, que es el patrón de la aldea, celebrándose su festividad el 9 de Mayo; tras la misa de rigor se inicia la procesión con él santo, el cual, tras recorrer toda la aldea, es detenido en “el Cruce” para que bendiga los campos. Al igual que en otras aldeas, en vísperas de San Fulgencio, San Antón y San Blas también se hacen hogueras.
[2] Como ya hemos dicho en otro apartado, este personaje era natural de Las Eras.